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6 feb 2017

Melodía, ritmo, compás.

Dar al play a tu canción favorita.
Escuchar la que no te quitas de la cabeza.
Aprenderte la letra de esa que tiene tanto significado. Sumergirte en una melodía, ritmo, compás que te engancha.

Son infinitas las sensaciones que nos provoca la música, así como infinitas son sus formas. No hay una persona igual a otra y eso es comparable a sus respectivos gustos musicales.
 
Hay placer en la música, es casi adictiva, una droga barata y recomendable que en cada individuo produce un efecto distinto. Se moldea a las necesidades de cada situación, humor, hora del día o sentimiento.
 
La música forma parte de nuestras vidas, en mayor o menor medida, y no concebimos estar sin ella. Yo creo que escucho todos los estilos que conozco y te guste la música que te guste entenderás lo que quiero decir. No hay amigo fiel, ni psicólogo caro, que nos comprenda ni exprese cómo nos sentimos tanto como una canción. Hay letras que parecen hechas para nosotros, que cuentan nuestras vivencias y trasmiten lo que nos pasa como si nos leyeran la mente.
 
Es tan maravilloso emocionarse, sentir, llorar, reir, bailar, fluir, vibrar con la música. Un mundo en 2 minutos, poder ser quien queramos solo con unos cascos y el volumen al máximo.
 
Tan necesaria. La música es vida.
 
Dejando a un lado lo que a todos por regla general nos dice la palabra música puedo ahondar un poco más.
Tiene algo de curativo y medicinal que me sorprende y me encanta. Poder dejar los problemas fuera de los límites de un altavoz, apagar el mundo y su avance recto y bullicioso, son momentos mágicos en los que parece pararse el tiempo.
 
Si bien me proclamo experta del tema es porque hay un mundo secreto al alcance de muchos pero explorado por pocos que va mas allá de disfrutar la música: crearla.
 
6 años de vida bastan para que empieces a tomar clases de solfeo (clases de música) y dos años mas para que decidas que instrumento quieres aprender a tocar. En este punto tengo que dar las gracias a unos padres atentos que supieron canalizar el gusto de una niña pequeña e interpretar las señales, gracias por fijaros en como me paraba frente a una puerta cerrada del edificio en cuestión y me quedaba obnubilada escuchando las escalas del que seria mi billete a la música.  
 
Y bien, 13 años después de comenzar en el mundo de los pentagramas, las escalas, las notas, las partituras y los compases puedo deciros que no hay mayor placer que ser músico. Si es increíble lo que transmite escucharla lo es aun mas tocarla, saber interpretarla y poder transformarla a tu gusto. Experimentar la satisfacción de ver cosas en las melodías que otros no ven, lo que es capaz de percibir un oído bien educado.
 
La música ha sido crucial en mi vida y no hace falta que los expertos lo digan puesto que yo os puedo asegurar que te complementa, te modera y te desarrolla como persona, a cada uno de una forma, pero si puedo llevarlo quizás al extremo diré lo que hizo conmigo: te salva.
 
Tengo 6 horas a la semana con mi oasis de felicidad. Parte de ellas acompañadas de movimiento, aprendiendo a moverme con ella, expresando con movimiento lo que me transmite la música. Porque no nos engañemos, quien baila, a pesar de no haber sido formado musicalmente, está interpretando una pieza. Quizás no con un instrumento musical, quizás no música clásica, pero de alguna manera es músico.
Y luego tengo un par de horas de música en estado puro, compartiendo con más músicos y un director la pasión de nuestra vida.
 
Un tanto por ciento gigante de mi vida gira en torno a la música, ha sido así siempre y quiero que sea así toda mi vida. Creo que si había algo que quisiera llevar en mi piel siempre es la música y por eso me he tatuado una clave de sol: Por ser la clave de mi vida. 
 
Este post es una alabanza a la música y una explicación.
Gracias a la música por tanto.
 
Ahora llevaré grabado en la piel lo que llevo grabado por dentro #ParaTodaLaVida
 
LAURA G.S
 
Sea Ship