La vida es una historia que tú
escribes cada día, con cada decisión, con cada palabra. Es una comparación
perfecta a mi parecer entre un libro y nuestro paso por el mundo. Nacemos con todas
las hojas en blanco, disponemos de todos los folios que necesitemos para
escribir, y nos vamos con toda una historia a nuestra espalda. Tu vida tiene
comas, puntos, puntos aparte, puntos seguidos, punto y coma, dos puntos,
comienzos de frase; tiene frases sin acabar con puntos suspensivos y frases
rotundamente acabadas; tiene párrafos y tiene capítulos.
Para los cinéfilos se puede
cambiar por un guión de un taquillazo, y si eres un nostálgico y prefieres el
teatro, divide tu vida en actos.
Antes solía escribir, escribía
mucho, de todo un poco y nada en concreto, me evadía y aliviaba. Desde bien
pequeña sentía que tenía que plasmar cada pensamiento que me rondaba y dejar
constancia de cada acontecimiento que ocurría. Creces y por alguna extraña
razón no tienes tiempo para nada, incluso el tiempo que tienes libre es tiempo
ocupado en no hacer nada, y dejas de sacar tiempo para esas cosas que te
evaden, que te alivian, y dejé de escribir.
Lo que si hago y haré es leer,
leo en abundancia y con prisa, otra veces más despacio y disfrutando la
lectura, con voracidad o interés, pero leo. Leo historias de acción, de amor,
de fantasía, con drama o tragedia, tragicomedias como las nombrarían en la
antigüedad, históricas, de ficción o tan reales como una vida. Una vida. La
historia de una vida podría ser hasta un best seller, las hay más sencillas
como un buen libro de bolsillo o vidas tan tristes y complejas como una pesada
novela oscura. Por desgracia también hay vidas ambientadas en los peores
lugares, remotos, en los que suceden cosas horribles, esas vidas que nadie
desearía tener pero que algunos deben escribir porque nadie elige donde nace,
donde empieza su libro en blanco.
A menudo me distraigo por la
calle observando a la gente, es una mala costumbre pero no puedo evitar fijarme
en algunas personas que llaman mi atención, me imagino cómo serán sus vidas,
cual es la anécdota detrás de cada cicatriz, si se habrán enamorado alguna vez
o incluso si son felices. Algunos podrían pensar que soy una descarada, maleducada
o insolente por mirar tan fijamente a quien pasa, pero no puedo reprimir mis
ganas de saber que hay detrás de cada uno, de pensar en acercarte y preguntar
“¿Cuál es tu historia?”.
Los personajes de los libros
tienen vidas e historias trepidantes, que te atrapan, emocionantes o
tranquilas, con amores de ensueño o amistades eternas, todos hemos deseado
tener la vida de alguno de ellos. ¿Pero acaso no leemos por eso? Para
olvidarnos de nuestra propia vida, nuestros problemas, imaginar cómo sería
estar en otra piel, meternos de lleno en esa vida ajena que alguien ha plasmado
en papel para nosotros.
Lo que no deberíamos hacer es olvidarnos de
que nuestra vida la escribimos nosotros: Que nadie escriba por ti tu historia;
que tu día a día, año por año, se lea con tu tinta y no con la de quien trate
de controlarte; escríbela con tu letra que es increíblemente hermosa, no hay
letras feas; si escribes tus pasos con letra ilegible está bien, como los que
tienen tanta prisa por seguir viviendo llenos de energía como para pararse a
corregirla; si tu letra es precisa y florida está bien, como los que quieren
que toda su historia sea pausada y bonita; escríbela como quieras pero escribe
tú.
Que nadie sea tu personaje
principal, eso lo eres tú. No tengas miedo de pasar de capitulo, toda historia
avanza, o de quitar algún personaje que no cuadre en tu párrafo, a veces hay
gente que debes sacar de tu historia para poder continuar. Se valiente e
incluye nuevos integrantes a esa maravillosa novela, siempre pueden aportar algo.
Comete erratas ya que todo libro las puede tener y no sufras por los borrones,
solo son signos de que tu vida tiene baches y que de todo se aprende algo. Si
tú cambias tu forma de escribir tu vida cambiará, tomarás decisiones que
trastocarán todo el rumbo de tu historia y mejorarás tu narrativa con cada
lección que aprendas. Se osado y ábrete al mundo, deja que la diversidad de la
vida de los demás te aporte algo a la tuya, da giros bruscos e inesperados a tu
vida y no seas monótono. Escribe en prosa o en verso, lo que más te guste, haz
comentarios aparte en las hojas de tu libro, que nadie decida por ti como
continuar. No hagas caso a quien diga que tu vida es peor que la de nadie
porque recuerda que es genial tal y como tú la escribas y no es comparable con
la de otros. Que nadie te juzgue, nadie conoce tu historia mejor que tú.
El mejor corrector o diccionario
en tu vida es tu propia experiencia, utilízala para no cometer el mismo error
dos veces o para saber pasar página. Sobre todo recuerda que puedes escribir en
tu historia lo que quieras, en ella puedes ir donde quieras y llegar a ser lo
que quieras, porque tú tienes el poder de escribir el final de cada capítulo. Y
si para llegar a donde deseas tienes que esperar mucho o esforzarte bastante, piensa que ningún libro se escribió en un solo día.
Ahora te toca a ti seguir
escribiendo, lleves ya mucho escrito, o aún estés empezando a decidir de qué
tratará tú historia, continúala de forma que cuando vayas por la calle alguien
te observe con ganas de acercarse a preguntar: “¿Cuál es tu historia?”.
LAURA G.S.